[BIO] Yomigaeru
Mar Jun 04, 2013 3:08 pm
Nombre: Yomigaeru
Edad: -- años
Talla: 1.8 m.
Peso: 90 Kg.
Le gusta: Dormir.
No le gusta: La fuerza bruta
Frase Favorita: "Tomare una siesta..."
Descripción: Duerme
El viento lleva las semillas lejos de aquellos de quienes se desprendieron. Durante mi juventud hace mucho que me depositó en la comarca de Amakna, cerca de las costas del Rano, hace tanto ciclos que me es difícil decir cuantos con seguridad.
Un día un ruido incesante me obligo a dejar mi acostumbrado sueño para ir en búsqueda de su origen. Vi entonces que algunos varones apuraban los cimientos de un improvisado albergue. Decidí lanzar algunas zarzas para sedar a aquellos invasores. Lentamente se fueron rindieron al sueño excepto uno que tenía muy marcada la determinación en su rostro. Así conocí - hace 300 ciclos - a Arel, un joven yopuka quien se hacia acompañar de su dos pequeñas hijas la menor recién de pocos días de nacida.
De algún modo al hablar con él pude entender la importancia de la misión que tenía y ofrecí mi ayuda como protector de los alrededores de aquel lugar donde más se construiría un recinto cuya historia sería aun más grande de lo que la inspiración de Sadida me habría permitido imaginar.
Edad: -- años
Talla: 1.8 m.
Peso: 90 Kg.
Le gusta: Dormir.
No le gusta: La fuerza bruta
Frase Favorita: "Tomare una siesta..."
Descripción: Duerme
El viento lleva las semillas lejos de aquellos de quienes se desprendieron. Durante mi juventud hace mucho que me depositó en la comarca de Amakna, cerca de las costas del Rano, hace tanto ciclos que me es difícil decir cuantos con seguridad.
Un día un ruido incesante me obligo a dejar mi acostumbrado sueño para ir en búsqueda de su origen. Vi entonces que algunos varones apuraban los cimientos de un improvisado albergue. Decidí lanzar algunas zarzas para sedar a aquellos invasores. Lentamente se fueron rindieron al sueño excepto uno que tenía muy marcada la determinación en su rostro. Así conocí - hace 300 ciclos - a Arel, un joven yopuka quien se hacia acompañar de su dos pequeñas hijas la menor recién de pocos días de nacida.
De algún modo al hablar con él pude entender la importancia de la misión que tenía y ofrecí mi ayuda como protector de los alrededores de aquel lugar donde más se construiría un recinto cuya historia sería aun más grande de lo que la inspiración de Sadida me habría permitido imaginar.
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